martes, 5 de junio de 2012

Solución al Enigma-16

Primero os contaré el primer mito del que trataba el Enigma:

Dédalo, el constructor del Laberinto de Creta, y su hijo Ícaro habían sido encerrados por el rey Minos en el propio laberinto como castigo por haber conseguido salir Teseo indemne de él tras matar al Minotauro.
Dédalo logró escapar de su prisión, pero no podía abandonar la isla por mar, ya que el rey mantenía una estrecha vigilancia sobre todos los veleros. Así, Dédalo se puso a trabajar para fabricar alas para él y su joven hijo Ícaro. Enlazó plumas entre sí asegurando las más grandes con hilo y las más pequeñas con cera.


Dédalo advirtió a Ícaro que no volase demasiado alto porque el calor del sol derretiría la cera, ni demasiado bajo porque la espuma del mar mojaría las alas y no podría volar.




Pero el muchacho comenzó a ascender como si quisiese llegar al paraíso y el ardiente sol ablandó la cera que mantenía unidas las plumas y éstas se despegaron. Ícaro agitó sus brazos, pero no quedaban suficientes plumas para sostenerlo en el aire y cayó al mar. 



Su padre lloró y lamentando amargamente sus artes, llamó a la tierra cercana al lugar del mar en el que Ícaro había caído Icaria en su memoria.

Y éste es el otro mito:

Faetón, hijo de la ninfa Climena y del dios Helios, cansado de las burlas de sus compañeros de la escuela, ya que no creían que era hijo de un dios, decidió un día visitar a su padre en su palacio y preguntarle por ello. Cuando Helios le confirmó que sí que era su hijo y por lo tanto un semidios, se alegró mucho el muchacho y le pidió que le concediera un deseo para que sus amigos, al verle le creyeran y cesara todo tipo de burla hacia él.


“Lo que tú me pidas, hijo mío te lo concederé. Lo juro por Estigio, el río de las promesas”, dijo el dios del Sol. Su hijo le contestó que lo único que quería era conducir su carro de fuego.
Se estremeció Helios ante esa petición y por más que trató de convencer a su hijo diciéndole que era muy joven para conducir ese carro, que le pidiera cualquier otra cosa y con gusto se lo concedería, el muchacho se encaprichó.



El dios le dio recomendaciones a su hijo de que guiara el carruaje por el camino del centro. Que no se elevara demasiado porque quemaría al Olimpo y si descendía mucho entonces ardería la Tierra. Pero, montándose rápidamente en el carro, no siguió las indicaciones de su progenitor, los caballos se desbocaron, se salió del camino, se elevó demasiado y comenzó a chocar contra los astros espaciales. La Tierra comenzó a arder.




La madre Tierra clamó a Júpiter que detuviera esa acción porque amenazaba con acabarse la vida en el planeta.
Y no le quedó más remedio a Helios que lanzar un rayo sobre el carruaje que se precipitó a la tierra. El cabello del joven se incendió al igual que su cuerpo y produjo una gran estela ardiente hundiéndose en un río.
El dios del río rescató el cuerpo del joven, las ninfas de esas aguas limpiaron el cuerpo dándole sepultura y colocaron una lápida en la que podía leerse: “Aquí yace Faetón, quien trató de igualar al sol. Si grande fue su fracaso, igualmente grande también fue su osadía”.


Es decir, la imprudencia, la insensatez, la osadía (hýbris, en griego), incluso la irreponsabilidad parecen, según estos mitos, propias de la juventud. Y puede ser así, pues los jóvenes, de entrada, no son muy proclives a escuchar consejos de adultos, ahora bien, habrá jóvenes de todo tipo y, además, en esa edad tener aspiraciones elevadas, creer en utopías...es muy, muy necesario.
Pero tampoco hay que olvidar otra idea que subyace en ambos mitos, en el término medio está la virtud, ni muy arriba, ni muy abajo, nada de extremismos, aurea mediocritas.

Así las respuestas al Enigma son:

1ª- Dédalo y su hijo Ícaro.
2ª- El dios Helios y Faetón.
3ª- Al haber acercado tanto el carro a la tierra, Faetón dió lugar a las zonas más tórridas y a los desiertos, además de provocar el color oscuro de la piel de los africanos, mientras que cuando subió hasta los astros y dejó sin el calor solar a la Tierra, creó las zonas polares de frío helador e intensísimo.

Y han acertado este último Enigma, además de Isabel:

1- Inés V. (3º ESO)
2- Iliana (4º ESO)
3- Jimena N. (3º ESO)
4- Alba H. (3º ESO)




Muchas gracias a todos los que habéis participado en esta actividad y ya sabéis que se verá reflejado en la nota.
¡Hasta el curso que viene que continuaremos con los Enigmas!


¡ GRACIAS CHICAS !

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